martes, 15 de octubre de 2013

POR QUE SE DA EL MIEDO A LA OSCURIDAD


POR QUÉ APARECE LA NICTOFOBIA
Los motivos más comunes se dan en la niñez cuando los padres buscan asustar a sus hijos para evitar que hagan algo malo: “Portate bien, o vendrá el Hombre de la Bolsa a castigarte”. Pero luego ese miedo se incorpora y reaparece por las noches. Los chicos corren a dormir con sus padres o descansan con la luz encendida. Los grandes prenden la televisión o se quedan dormidos al teléfono mientras hablan con un ser querido. Unos y otros necesitan de compañía, de alguien que los auxilie en caso de necesitarlo.
Para Sigmund Freud se trataba de un desorden de ansiedad producto de la separación. De niños, de los padres; de adultos, de quien sea.
SÍNTOMAS Y CONSECUENCIAS
Ante un episodio de nictofobia el enfermo sufre síntomas tales como sudoración, aumento del ritmo cardíaco, cistitis, vómitos y mareos, bloqueo del pensamiento, entre otros asociados a los trastornos de ansiedad. Y si no es tratada a tiempo, además del mal momento, a mediano plazo la enfermedad conduce a la pérdida de sueño, un incremento del estrés e incluso enfermedades físicas.

CÓMO MANEJAR EL MIEDO A LA OSCURIDAD
Ante los síntomas, el primer paso, como siempre, debería ser consultar a un profesional de la salud. Un psicólogo está capacitado para encontrar y tratar los motivos de la condición

Esta enfermedad que relaciona etimológicamente a Nix, la diosa de la noche, con Fobos, el dios del terror, es un padecimiento casi tan antiguo como la humanidad misma.
Los antropólogos suponen que los primeros hombres no habrían tenido  este temor, pero a medida que pasaron las generaciones se fue indexando en el ADN la noción de que de noche pasaban cosas malas. Animales salvajes, ladrones, asesinos, cualquiera que quisiera dañar se aprovecharía de las sombras. Y si algo trágico ocurría de noche y no había alguien real a quien culpar, entonces era obra de lo sobrenatural. A demonios, fantasmas, hombres lobos, vampiros y otras bestias se les atribuyeron varias calamidades.

CUENTO PARA TENER EN CUENTA

Marina era una niña que tenía mucho miedo de la oscuridad. Al apagarse la luz, todas las cosas y sombras le parecían los más temibles monstruos. Y aunque sus papás le explicaban cada día con mucha paciencia que aquello no eran monstruos, y ella les entendía, no dejaba de sentir un miedo atroz.


Un día recibieron en casa la visita de la tía Valeria. Era una mujer increíble, famosísima por su valentía y por haber hecho miles de viajes y vivido cientos de aventuras, de las que incluso habían hecho libros y películas. Marina, con ganas de vencer el miedo, le preguntó a su tía cómo era tan valiente, y si alguna vez había se había asustado.
- Muchísimas veces, Marina. Recuerdo cuando era pequeña y tenía un miedo terrible a la oscuridad. No podía quedarme a oscuras ni un momento.
La niña se emocionó muchísimo; ¿cómo era posible que alguien tan valiente pudiera haber tenido miedo a la oscuridad?
- Te contaré un secreto, Marina. Quienes me ensañaron a ser valiente fueron unos niños ciegos. Ellos no pueden ver, así que si no hubieran descubierto el secreto de no tener miedo a la oscuridad, estarían siempre asustadísimos.

- ¡Es verdad! -dijo Marina, muy interesada- ¿me cuentas ese secreto?
- ¡Claro! su secreto es cambiar de ojos. Como ellos no pueden ver, sus ojos son sus manos. Lo único que tienes que hacer para vencer el miedo a la oscuridad es hacer como ellos, cerrar los ojos de la cara y usar los de las manos. Te propongo un trato: esta noche, cuando vayas a dormir y apagues la luz, si hay algo que te dé miedo cierra los ojos, levántete con cuidado, y trata de ver qué es lo que te daba miedo con los ojos de tus manos... y mañana me cuentas cómo es el miedo.

Marina aceptó, algo preocupada. Sabía que tendría que ser valiente para cerrar los ojos y tocar aquello que le asustaba, pero estaba dispuesta a probarlo, porque ya era muy mayor, así que no protestó ni un pelín cuando sus padres la acostaron, y ella misma apagó la luz. Al poco rato, sintió miedo de una de las sombras en la habitación, y haciendo caso del consejo de la tía Valeria, cerró los ojos de la cara y abrió los de las manos, y con mucho valor fue a tocar aquella sombra misteriosa...

A la mañana siguiente, Marina llegó corriendo a la cocina, con una gran sonrisa, y cantando. "¡el miedo es blandito y suave!... ¡es mi osito de peluche!"